La
opinión – El Correo de Zamora 13.03.2013 | CARMEN FERRERAS
Es
vergonzoso comprobar, conforme se va tirando de la manta, lo que han mamado,
maman y mamarán los políticos de la ubre de las Cajas de Ahorro.
Los
políticos y los directivos de alto standing, cuyos sueldos, bonificaciones y
demás gabelas nos han puesto sobre alerta a todos. Ahora se comprende mejor la ruina de las Cajas.
Se
lo han llevado crudo los que se han
sentado en los distintos consejos. Ahí tiene usted el último ejemplo, nada
ejemplificante, del expresidente de Navarra Miguel Sanz y de la actual
presidenta Yolanda Barcina por el cobro de elevadas dietas en los órganos de
gestión de Caja Navarra. Ambos han anunciado la devolución íntegra de los
emolumentos recibidos por hacer que hacían o lo que es igual por no hacer otra
cosa que no fuera representarse a sí mismos en función del puesto desempeñado.
En
un país donde el que se lo lleva no lo devuelve ni aunque lo maten, resulta
gratificante que estas dos personas hayan decidido, motu proprio o presionados,
devolver el importe de las dietas, en algunos casos millonarias.
Así
y todo, no han podido evitar la reprobación de Bildu y Aralar-NaBai, apoyados
por el Partido Socialista de Navarra e Izquierda Unida. Apoyos en entredicho
cuando por ejemplo los socialistas no tienen intención de devolver el dinero
cobrado por la misma cuestión que la presidenta, es decir, en concepto de
dietas.
Este contubernio judeo-masónico que se
traen y se llevan los políticos en las Cajas de Ahorro se tiene que acabar. Es vergonzoso que haya dinero para quienes cobran
unos sueldos más que sobrados y se niegue el préstamo necesario para su
supervivencia a un pequeño o mediano empresario. Cero patatero para las pymes y
sin embargo para los políticos lo que hay e incluso lo que sobra que, dicho sea
de paso, ya no es tanto, pero es.
Habría
que tomar ejemplo del pueblo suizo que ha aprobado en una consulta popular
limitar el salario de los directivos de las empresas que cotizan en Bolsa. El
67,9% de los suizos aprobó imponer topes a las bonificaciones. El ejemplo ha
cundido en el seno de la UE
que se ha inspirado en el referéndum suizo con el deseo de plantear una
iniciativa similar para los veintisiete. Que no tarden mucho, por favor.
Limitar las bonificaciones y aumentar la transparencia de sus pagos es de vital
importancia.
¿Qué
es eso de que retiren a algunos de estos directivos a edades absolutamente
productivas con unas bonificaciones multimillonarias y la jubilación asegurada
hasta el fin de sus días a precio de oro? Castilla y León, y por ende Zamora,
no ha sido ajena a estas prácticas.
Habría
que realizar una investigación exhaustiva en las distintas Cajas que cuelgan su
logotipo en las fachadas de nuestra Comunidad y pedir que se devolviera el
dinero mal adjudicado. Ya vería usted qué pronto se acababan las tribulaciones
de algunas entidades que han sido puro derroche, que
han súper valorado a sus directivos y que ahora están a verlas venir.
La
política de remuneración de algunas empresas, la banca incluida, deja mucho que
desear. Crean castas autoexcluyentes que acaban siendo perniciosas para la
salud social del país. Lo que ningún Gobierno en España se ha atrevido a hacer,
quizá se debería haber empezado por ahí, lo harán el Parlamento Europeo, la Comisión y los Estados
miembros, tras acordar la limitación en el pago de bonificaciones a los
banqueros. Qué oportunidad más buena ha perdido España de haberse convertido en
el ejemplo que ahora tiene a Suiza como modelo.
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