domingo, 24 de marzo de 2013

La sombra de Fermoso



Gaceta de Salamanca – Julián Ballestero – 24/03/2013
El médico dejó Caja Duero temblando, al borde del abismo, y ahora llegan las consecuencias en forma de 2.500 millones de pérdidas.
La sombra de Julio Fermoso es alargada, y no por su altura, sino por la inmensidad de sus errores al frente de Caja Duero. Los vientos sembrados por el médico/presidente reportan ahora tempestades. Solo así se puede entender que la entidad fusionada con su vecina leonesa Caja España haya tropezado con 2.500 millones de euros en pérdidas en 2012. Una auténtica barbaridad si tenemos en cuenta que el valor de las dos cajas no llega ni con mucho al montante de todo lo que suman sus números rojos.
Si alguna excusa cabe admitir en esa crónica de un desastre anunciado tras el paso del exrector de la Universidad salmantina, cual caballo de Atila, es que Santos Llamas, su homólogo en Caja España, compitió con él a la hora de conceder préstamos suicidas y aprobar inversiones incomprensibles.
Fermoso dejó Caja Duero temblando, al borde del abismo, y Llamas salió por piernas de Caja España dejando a la entidad convertida en las cenizas
del gigante que fue. Dos hombres ignorantes del mundo de las finanzas y un destino: el enriquecimiento propio y la ruina de las empresas en cuya cúspide fueron colocados por el PP y el PSOE de Castilla y León. Dos mandatarios nefastos para la economía de la Comunidad que han cerrado una ‘brillante’ etapa al frente de las cajas sin dejarse ni un solo pelo en la gatera. Tras demoler con tino y con saña dos edificios históricos, ambos disfrutan ahora del sosiego y la paz de un retiro en la opulencia.
Los números rojos del ejercicio pasado no responden a la mala situación general del sector financiero español. De hecho, todas las pérdidas (1.653 millones) y más corresponde al ‘músculo financiero’ castellano y leonés. Si no hubiera sido por Caja España/Duero, el sector bancario nacional hubiera obtenido 350 millones de beneficio en 2012. Y tampoco sirven de excusa los cambios regulatorios y la obligación de destinar 3.000 euros a provisiones, porque todos los bancos y cajas han sido sometidos a la misma dieta. Unos, los que mantenían las cuentas saneadas tras una gestión profesional, han superado la prueba; otros, los que se lanzaron a la piscina de las operaciones de altísimo riesgo sin brújula ni criterio, han visto cómo esas medidas desnudaban su indigencia.
En esta España de la desolación, los grandes responsables de la miseria siguen paladeando las mieles de su desvergüenza, sin que nadie, salvo UPyD, se atreva a ponerles frente a los tribunales.
Los indicios y las pruebas de su gestión fraudulenta todavía humean en la punta de la pistola que dispara contra los empleados y los propietarios de preferentes.
Sin embargo, ni las organizaciones de consumidores (muchas veces vendidas a la banca a cambio de ayudas), ni los sindicatos (copartícipes de la gestión en los consejos) ni los grandes partidos (verdaderos artífices del secuestro y la consunción de las cajas) se atreven a denunciar a los promotores del destrozo bancario.
Caja Duero está pagando ahora las veleidades de quien presidió la entidad en los alegres años de la expansión. Ahora llegan las facturas pendientes como consecuencia de medidas tan audaces como haber entregado 135 millones a un señor con boina apodado El Pocero, como entrar con 75 millones y contra el criterio de los verdaderos profesionales de la Caja en una Air Nostrum encaminada a la ruina, o como la sorprende y abracadabrante inversión de 22 millones en un complejo turístico en el Caribe, de la mano de la mafia local.
Estos 2.500 millones de pérdidas en 2012 constituyen una losa insufrible para la caja fusionada que la coloca en la peor situación para negociar el tramo final de su rendición ante la andaluza Unicaja. Y los primeros que sufrirán el castigo por los desmanes del dúo Fermoso/Llamas y los ignorantes y complacientes consejos de Administración que les apoyaron serán los 1.500 empleados que se irán a la calle con una mano delante y otra detrás.
Ellos, y los consejeros cobradietas seguirán gozando de los réditos de sus prodigiosos salarios, mientras los sufridos trabajadores engordan la cola del paro, como si ellos, y no el PP, el PSOE y las patronales colaboracionistas, fueran los culpables de la quiebra.

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