Diario
Crítico CyL Manuel Trapote 31/03/2013
Fue
muy comentado en su día, sí. Cuando Caja España-Duero comenzó a negociar su
futuro con Unicaja -¡ay, futuro, dónde estás!-, una de las notas más peculiares
de la inconclusa integración era su perfil antinatural: el pez chico se
disponía a comer al grande.
Así
era en efecto. Porque a primeros de 2011 se manejaban los datos del cierre del
ejercicio de 2010. Y en esos momentos (hace tan sólo dos años), España-Duero
presentaba un balance de 45.710 millones de euros, mientras que el de Unicaja ascendía
a 34.343 millones.
Hoy,
la operación ya no sería noticia por su perfil antinatural. Si Bruselas
obligara a Unicaja a absorber a España-Duero, el pez grande se comería al
chico. Porque a 31 de diciembre de 2012, Unicaja presenta un balance de 40.243
millones de euros, mientras que el de España-Duero se ha reducido hasta los
37.891 millones.
Hay
tres indicadores que reflejan la progresiva jibarización de España-Duero en tan
sólo dos años: el tamaño de la entidad se ha reducido un 17%; el negocio crediticio
con los clientes ha retrocedido en 5.239 millones (-19,5%); y el volumen de
depósitos de la clientela, en 5.424 millones (-17,5%).
Y
para qué mencionar la evolución de los beneficios... Es la mejor carta de presentación de un consejo de administración
incompetente. Y de un equipo de dirección ineficaz. Cuando el consejo que hoy preside Del Canto
se hizo cargo de la entidad (2010), la caja arrojaba unos beneficios de 47
millones de euros. Al año siguiente presentó un resultado de casi 30 millones. Y
el año pasado, el broche de oro: unas pérdidas de 3.089 millones de euros, cuya
cifra neta (gracias al efecto fiscal) se reduce en 532 millones; es decir, unas
pérdidas netas de 2.557 millones de euros. La caja del toro se desangra. Y la
del Durius flumen, se seca.
El deterioro del negocio, en
estos dos años, ha sido vertiginoso. Pero como Del Canto levita entre ositos
amorosos por Medel (Unicaja), ha sido incapaz de gestionar una alternativa de
futuro -¡ay, futuro, dónde estás!- al margen de la entidad malagueña.
El
consejo de administración de Caja España-Duero formuló las cuentas de 2012 el
martes pasado, 26 de marzo. Esa tarde, al parecer, no llovió en León.
Independientemente de la dimisión de unos cuantos consejeros, cuestión que ya
es irrelevante, lo sustancial era conocer las cuentas del ejercicio y, sobre
todo, si la entidad es o no es viable...
Sobre
la segunda cuestión, ya se sabe que no. El Banco Caja España-Duero, que ya
recibió un préstamo de 525 millones de euros en 2011 por parte del Frob, no es
viable. Necesita un capital adicional de 603 millones. Y las autoridades
competentes (?) ya han decidido su venta inmediata. A Unicaja o a quien sea.
Y
sobre las cuentas del ejercicio 2012, peor de lo que se esperaba. Para llorar y
salir corriendo. El balance de la entidad se ha reducido en 4.446 millones
(-10,5%) en sólo doce meses. El negocio crediticio con los clientes ha
descendido en 3.815 millones (-15,1%). Los clientes han retirado depósitos por
valor de 4.821 millones (-15,8%). El pasivo ha perdido 1.969 millones. Y la
cifra de patrimonio neto, -388 millones.
Aunque, claro, como la política del
enigmático presidente Del Canto es equivalente a la improvisación continua,
pero opaca, las preguntas se multiplican: ¿cuál es la ratio de solvencia?, ¿en
qué porcentaje se sitúa la provisión sobre riesgos dudosos?, ¿cuál es la ratio
de morosidad? (la media del sector supera el 10%), ¿a cuánto ascienden los activos líquidos
netos?, ¿podrá afrontar los vencimientos de los compromisos adquiridos en los mercados
mayoristas?, ¿en cuánto se han incrementado los ingresos por comisiones al
cliente?, ¿y los gastos de explotación?, ¿cómo ha evolucionado la ratio de
eficiencia?, ¿a cuánto asciende el resultado negativo antes de saneamientos?
Porque
lo que sí se explicó el día 26, aunque a su manera, es la estructura de las
pérdidas. Es el resultado de los siguientes sumandos: dotación para la
provisión de insolvencias sobre créditos de clientes (2.174 millones), impacto
negativo de la operación realizada con la Sareb (574 millones), exigencias derivadas de los
decretos del Gobierno (301 millones), otras pérdidas por deterioro de activos y
provisiones (40 millones). Total: 3.089 millones en rojo. Tan rojo como la
sangre de toro.
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